Fuente: madrilonia.org. Aportado por Mauricio
En los últimos tiempos estamos viviendo una situación inédita, novedosa e
imprevisible: desde hace días, trabajadores y trabajadoras del sector
público cortan calles y exceden las consignas de un sindicalismo
superado por formas de organización de nuevo tipo. Las concentraciones
se convierten en cortes de calles, los cortes de calle en
manifestaciones que bloquean el centro de la ciudad y se extienden
durante horas. Sin más banderas que carteles improvisados y/o uniformes
de trabajo, con una mezcla de rabia, legitimidad y potencia han logrado
abrir un nueva ola de expresión de malestar y rabia con “formas 15M”
pero también “más allá de las estructuras formales del 15M”.
Además, este proceso está ayudando a desactivar la idea del “funcionario conformista”, que en tanto que trabajador privilegiado lucha por mantener sus condiciones y no defiende lo que es de todos, los servicios públicos.
0. Cocktail de pasiones
La tormenta perfecta se crea a través de una combinación de elementos
dispersos que se acumulan en forma de emociones (empatía, desengaño,
rabia) que terminan formando estallidos de potencia colectiva. Por un
lado, la movilización intensa de las cuencas mineras introdujo energía
colectiva y relanzó un imaginario clásico que prende en la necesidad de
hacer más de lo que se estaba haciendo. En segundo lugar, el paquete de
medidas del gobierno tras el rescate, un gravísimo ataque al 99% para
poder hacer frente, memorándum mediante, a las condiciones impuestas por
la Troika. En tercer lugar, Andrea Fabra le dedica el “Que se jodan” a
la población en general, una chispa en un campo social mucho mejor
organizado de lo que el gobierno pensaba y que sorprende a propios y
extraños. Empezando por la oposición más ¿perdida? de la historia de la
democracia y con unos sindicatos que parecen no creerse lo que está
pasando.
1. Comunicación 1.0, 2.0
Las redes sociales son una herramienta poderosa (nos dan poder para
organizarnos y saber que somos muchos). Las movilizaciones de los
trabajadores del sector público han vuelto a poner sobre la mesa que la
comunicación es la materia prima de la organización política en esta
fase del conflicto. Esta vez no ha sido especialmente a través de
Facebook o Twitter, sino recuperando el SMS, el mail y sobre todo a
través de WhatsApp. Así, se ha generado un repertorio de mecanismos de
comunicación que permitía hacer llegar la información a gente con unos
niveles de conocimiento y uso de las redes 2.0 muy distinto; han
aprovechado la privacidad y el no-anonimato que caracteriza a la
comunicación 1.0. En cualquier caso, 1.0 o 2.0, no se trata de que te
convoquen a través de un mail o una cuenta de twitter a una
movilización, sino que así sabes que tus compañeros y compañeras de
trabajo van a ir, que tu familia o amigos estarán allí.
2. La depreciación del empleo público
El poco contacto con la población, en términos de decisión colectiva
sobre las prioridades y contenidos de los servicios públicos, han hecho,
por un lado, que los ciudadanos no los sientan como propios, sino como
estatales, y por otro, que muchos profesionales no lo sientan como un
servicio a la comunidad, sino como un empleo más. Estas movilizaciones
están demostrando que, sin embargo, somos muchos los que seguimos
apostando por los servicios públicos como servicios del común para el
común. Sin embargo, hay que reconocer que los neoliberales han tenido un
relativo éxito al profundizar esta grieta señalando que las condiciones
de empleo público son un “privilegio”, sin decir, claro, que esto era
así ante la continua precarización del mercado de trabajo privado. La
estrategia ha sido degradar un tipo de empleo y luego señalar el otro
como privilegio para enfrentarnos entre nosotros.
Sin embargo, en los últimos años este relato cada vez se corresponde
menos con la realidad. La distancia que separa al funcionario de carrera
con el resto de trabajadores del sector público se ha ido agrandando al
mismo tiempo en el que ambas figuras se precarizaban año a año.
Trabajadores interinos, trabajadores laborales, contratos por proyecto,
jubilaciones no cubiertas, despidos, bajadas constantes del poder
adquisitivo… transforman el paradigma del empleo público a los ojos de
los tiempos de la precariedad y la intermitencia. Hay que recordar que,
según el INE, de los tres millones de funcionarios que había en España
en 2011, 800.000 tenían contratos temporales. Es decir, casi un tercio.
La pregunta es: ¿qué mecanismos de diálogo podemos encontrar entre las distintas formas de empleo para componer un conflicto que sea lo más abierto y colectivo posible?
3. Una posible conversación
Por el momento, las movilizaciones de los funcionarios intentan
afirmar una composición funcionaria como algo distinto a cualquier otra
y, por lo tanto, como una clase social aparte, con problemáticas
específicas, pero las gentes que participan en las movilizaciones
exceden con mucho el marco estricto del empleo público y obligan a
pensar la cuestión de forma abierta a todo el mundo.
El rechazo a las medidas del gobierno es una lucha justa, pero de
alcance limitado por la nula disposición del mismo a establecer
cualquier diálogo con los agentes sociales. Los recortes se imponen a
gran velocidad y por decreto, dentro de paquetes de medidas como
condiciones del pago de un rescate a la banca que se presenta como
inamovible. Por ese motivo, el NO, a medida que comprobemos que ni el PP
ni el PSOE están dispuestos a hacer frente a la Troika y a la elite
financiera, puede dar paso a modalidades de conflicto afirmativo y de
tipo constituyente:
- Los recortes, la pérdida de derechos y los planes de austeridad se
justifican en la deuda bancaria y pública. Un referéndum sobre el
rescate puede ser una exigencia compartida por los funcionarios y los
precarios de todo tipo. La liquidación de Bankia y la auditoría de toda
la deuda pública y privada también lo pueden ser. Podemos exigir que
sean los ciudadanos los que decidan y que se elimine toda la deuda
ilegítima.
- Lo público se desangra en esta crisis-estafa y funcionarios y
precarios podrían aprovechar para dar una vuelta a lo que han venido
siendo unos servicios cada vez más burocráticos y al margen de la
población. Asegurar la sanidad universal, reducir los ratios
profesor-alumno o impedir que las externalizaciones sean un negocio
pueden ser puntos de confluencia. Ya está en marcha la campaña de desobediencia por la sanidad universal; podemos inventar otras formas de desobediencia, como no colaborar en desahucios.
- Ante la criminalización y las multas por tomar las calles,
herramientas concretas de recaudación de fondos de cara a multas,
sanciones y juicios puede resultar fundamental para que las luchas en
marcha sigan adelante.
- Si algo hemos aprendido desde el 15M de 2011 es que juntos podemos.
Si los funcionarios, o los mineros, o los hipotecados, o los parados
permanecemos separados, la represión y la propaganda serán más
sencillas. Tomar juntos centros de trabajo, edificios públicos o
viviendas parece imprescindible para visibilizar la fuerza del 99%.
- Y por ello, aunque la acción en enjambre que venimos haciendo es
enormemente potente, también debemos preguntarnos qué haremos si, como
en Grecia, ni el gobierno ni la oposición obedece a los ciudadanos y
siguen sin consultarnos sobre medidas que nos hipotecan de por vida.
Quizá sólo cambiando el marco, podemos cambiar lo concreto; quizá sólo
quitando el bipartidismo, podemos parar cada recorte. Esto también sería
un objetivo que a todos interesa: una nueva Constitución, una
Transición de verdad, que construya una democracia real (ya!).
Todo esto no es más que un mapa a partir de primera intuiciones. Lo
importante es mantener abiertas las vías de comunicación y generar más y
más espacios de contagio.
Y conspirar… Que quiere decir, respirar juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario