miércoles, 3 de abril de 2013

Unidos por los desahucios


Fuente: www.hoy.es, 1 de abril

Acompañan a los afectados a negociar con los bancos y organizan protestas para pedir la dación en pago
La asociación que defiende a los hipotecados en la ciudad se ve desbordada
Ya no hay un perfil concreto, desde padres de familia mayores a jóvenes recién casados
Muchos llegan antes de que empiecen los impagos para saber cómo actuar
Manuel nunca pisó un juzgado, tampoco necesitó los servicios de un abogado. Palabras como ILP, moratoria, plusvalía o cláusula suelo le sonaban a chino. Camarero desde antes de que le saliera barba, ahora a sus 40 años y casi por la fuerza se ha convertido en todo un experto en derecho hipotecario.


Maneja con soltura términos técnicos y algunos conocidos le han llamado para pedirle consejo. Todo un autodidacta que desconfía de los abogados de oficio y de los banqueros. Lleva dos meses sin pagar la hipoteca de 600 euros del piso en el que vive en la Paz y tiene pendiente una cita con el director de una sucursal para renegociar la letra. Ha ensayado cientos de veces lo que le va a decir.

Del banco también espera respuesta un camionero con tres hijos que acumula seis letras en rojo porque un accidente de tráfico le dejó fuera del mercado laboral, o un padre treintañero con una niña de dos años que tiene una orden de desahucio para el 15 de abril de su piso de Mérida. Cesar, al menos, ya respira más aliviado después de haber espantado el fantasma del desalojo. Casi no tiene para comer, y lo de cumplir con la hipoteca ya le queda demasiado lejos. En los últimos meses sólo ha pagado 200 euros de los 350 de cada vencimiento. Ha ido acumulando retrasos hasta que su entidad activó el proceso de ejecución, cuando todo parecía perdido, le llamaron para tratar el caso.

Lleva más de un año en una situación desesperada. Con el mismo calvario convive Pauli desde hace cinco. Lo suyo es un caso enrevesado que empieza por un conflicto con la constructora, sigue con el arquitecto y termina en una oficina bancaria. Ahora dedica todo su tiempo a intentar salir del bache.

La semana pasada estuvo en Madrid en una asamblea con representantes de toda España de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), una asociación en la diana política y medíatica. Su portavoz, Ada Colau, se ha convertido en un personaje público desde que la plataforma presentó una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) en la que piden una moratoria de los desahucios de las viviendas habituales y la dación en pago. La plataforma impulsó una iniciativa que entró en el Congreso con más de un millón de firmas y en los últimos días se ha visto envuelta en la polémica por la agresiva campaña para que los diputados voten a favor de la ILP.

Más allá de los ruidos políticos, la PAH sirve de canal que aglutina a afectados de toda España. En Badajoz, nació a raiz de una charla en febrero de 2012. Dos activistas de Madrid explicaron la experiencia y participantes en el movimiento 15M de Badajoz se animaron. Con 14 meses de actividad, ejerce de refugio cada vez más poblado.

Han escuchado, porque es lo primero que hacen, escuchar, a más de sesenta personas. Todas con el mismo drama a cuestas, aunque cada una con circunstancias personales distintas. Allí coinciden con Cristina, Rubén y otros voluntarios además de afectados que pasan por la misma situación. Se reúnen todos los lunes a las seis y media en un local del edificio de asociaciones de Diputación. El local se ha quedado pequeño y las asambleas se alargan hasta las nueve y media o las diez de la noche.

El largo peregrinar burocrático y técnico que atraviesan requiere de muchos consejos y, sobre todo, de encontrar razones para pensar que no todo está paerdido. Cuentan algunos de sus voluntarios que están casi desbordados, que en algunas sesiones no hay sitios para todos y muchos tienen que esperar de pie en la puerta.

No tienen un abogado fijo al que acudir, pero varios exbanqueros colaboran y se ofrecen a acompañar a los afectados a hablar con el banco, con el notario o con el abogado de oficio que tramita su expediente. Cuenta Pauli, afectada y voluntaria, que en algunas entidades a los clientes ya les han dicho que si quieren un acuerdo no vayan con miembros de la PAH.

Basta escuchar algunos testimonios de la reunión del pasado lunes para comprobar que el drama del desahucio se cuela en cualquier perfil. Desde un hombre mayor, a una pareja joven o un inmigrante. Algunos con antiguos trabajos bien remunerados o negocio propio.

Siempre, el primer paso consiste en buscar un acuerdo con la entidad a la que se paga la hipoteca para ver si pueden detener los expedientes. A pesar de que no las tienen todas consigo, la última resolución del tribunal europeo de Estraburgo, que considera la legislación hipotecaria española abusiva, les ha dado más poder de negociación. El lunes, todos parecían coincidir en la desconfianza hacia la otra parte. «Hablas con el director, te dice que no te preocupes, pero al final te envían al juzgado», le contaba una voluntaria a un afectado.

En la asamblea intentan ver si se pueden defender cada situación con el código de buenas prácticas bancarias o con la norma que protege de las cláusulas abusivas. Más que experiencia jurídica, lo que allí encuentran son consejos de gente que conoce casos similares.

Algunos hablan de su situación abiertamente, otros rehuyen de que en un periódico se cuenten sus problemas porque ni tan siquiera se lo han confesado a la familia o a los amigos más cercanos.

Pasada las nueve de la noche termina la reunión, pero sólo resulta un punto y aparte. Han quedado todos al día siguiente a las once de la mañana en los juzgados de la avenida de Colón para presentar un escrito soliciando la paralización de los desahucios. Es una acción conjunta programada a nivel nacional por la PAH. Llevarán una pancarta y carteles. Ahora es lo que toca. Pisar juzgados, hablar con el banco.... A pesar de todo, Manuel todavía guarda la esperanza de olvidarlo todo y volver a su bar, a poner tapas y pagar los recibos de la hipoteca cada mes.

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