miércoles, 6 de marzo de 2013

Impuestos, paraísos fiscales, bancos y zonas de libre comercio


Rober Gonpane, 2 de marzo 
El autor es activista de ATTAC. El artículo forma parte del dossier sobre evasión y fraude fiscal en el Nº 3 de la revista de ‘La Marea’, que ya está a la venta en kioskos y online.

¿Queremos un estado pequeñito y barato o un estado lo suficientemente grande como para garantizar a la ciudadanía seguridad, justicia, sanidad, educación, pensiones y un mínimo vital para que a nadie le falte lo más básico?



Después de responder a esta pregunta, y no antes, habría que empezar a hablar de cómo financiar ese estado; de fiscalidad, fraude, evasión y, cómo no, de paraísos fiscales. Mi respuesta está clara: yo no creo que el mercado se regule solo. Los estados deben ser lo suficientemente fuertes como para imponer un régimen fiscal que financie los servicios sociales que presta y consiga una justa redistribución de la riqueza, que nada tiene que ver con la caridad o la responsabilidad social corporativa. Al evitar la acumulación de la riqueza en las clases dominantes no se les está librando del pecado capital de la avaricia; se está salvando al capitalismo de uno de sus principales fallos de diseño.

El sentido tradicional de los paraísos fiscales ya no sirve en el siglo  XXI. Los medios tecnológicos y la liberalización de los mercados a escala global, permiten a los bancos ofrecer plataformas de negociación financiera sin intermediación, totalmente opacas a la fiscalidad de los estados. Los bancos llevan los Paraísos Fiscales a las puertas mismas de  todas las grandes corporaciones y fortunas del planeta; y si pongo mayúsculas, es para que, de una vez, dejemos de asociar los segundos con playas paradisíacas y pensemos en lo que realmente son.

Los estados, asfixiados por la deuda, tratan de luchar contra el fraude y la evasión fiscal para cuadrar sus cuentas y no tener que recurrir a más recortes que empeoren aún más su imagen ante los votantes (los acuerdos FATCA entre EEUU, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España, para  intercambiar datos fiscales, entraron en vigor el pasado uno de enero). Sin embargo, la banca ha creado mecanismos de negociación tan complejos (banca en la sombra o Shadow Banking, Dark Pools…) que las agencias  tributarias no pueden hacer casi nada porque la injusta, ineficaz e insostenible globalización comercial y financiera neoliberal impide un control efectivo mientras existan fronteras permeables.

La Unión Europea, para los euroescépticos, nunca tuvo que ser más que un simple Acuerdo de Libre Comercio, un EFTA (European Free Trade Agreement) similar al NAFTA que comparten EEUU, México y Canadá. Y ahora nos sorprenden con la creación de una zona de libre comercio entre Europa y EEUU; como si no tuviéramos bastante con la competencia fiscal intracomunitaria, el abuso de las multinacionales con los precios de transferencia entre sus sedes y los cambios de residencia fiscal de ciudadanos ilustres a países amigos como Luxemburgo o Rusia con el caso de Gérard Depardieu.



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