Utilizando como analogía los términos empleados en las campañas de saneamiento ganadero, podemos afirmar que el Partido Popular, desde su llegada al gobierno, puso en marcha una campaña de saneamiento dirigida a los funcionarios, que se ha realizado, con carácter obligatorio, en todas las Administraciones Públicas.
Gracias a los programas de vigilancia (entradas y salidas de los centros de trabajo), prevención (para evitar el absentismo los tres primeros días de baja por Incapacidad Laboral Transitoria el funcionario no cobra), control (descuento inmediato en la nómina de toda ausencia no justificada) y erradicación (despido masivo de interinos), han conseguido mejorar la capacidad laboral de la cabaña funcionarial, lo que ha repercutido en un progreso de los índices de productividad y compromiso de dicha población.
A la vista de los buenos resultados obtenidos el Secretario de Estado de Administraciones Públicas, ha declarado: "Los funcionarios son un elemento esencial para el funcionamiento del Estado y su trabajo ejemplar a lo largo de todo este año está contribuyendo decididamente a que España y su administración funcionen mejor y hayan mejorado los servicios públicos".
Antonio Beteta se llama ese insigne hombre que supo poner voz a la campaña de acoso y derribo de la que fuimos víctimas los trabajadores del sector público al ser ofrecidos como cabezas de turco para justificar la crisis económica provocada por banqueros, políticos corruptos y empresarios de avaricia desmedida.
En abril de 2012 su fama subía como la espuma al afirmar ante los medios de comunicación de todo el país: "Los empleados públicos tienen que olvidarse del cafelito, olvidarse de leer el periódico, y sacar adelante todos esa productividad". Un día después, ante la avalancha de críticas y protestas, pidió excusas por carta argumentando que esa frase se había sacado de contexto.
A lo largo de estos últimos tres años, nos han reducido el sueldo varias veces, nos quitaron la paga extra de Navidad en 2012 y han eliminado días por asuntos particulares (a cuyo disfrute teníamos derecho como compensación porque nuestro sueldo, en ver de subir como el del resto de los trabajadores, era congelado una y otra vez). Eso por no hablar de la maniobra de desprestigio brutal que condujo a que empleados públicos de toda España proclamáramos, vestidos de negro, nuestro "orgullo de ser funcionario", acompañados, esta vez sí, por periodistas, escritores, analistas políticos y ciudadanos anónimos.
El Sr. Beteta, tras congelarnos nuevamente el sueldo en 2014, ahora dice que los funcionarios (esos mismos sobre los que antes afirmaron que sobraban, que eran unos privilegiados y unos vagos) "han ayudado al país decisivamente con su buen hacer, su trabajo y sus esfuerzos económicos y que dichos esfuerzos deben ser compensados con la devolución de la paga extra que se les suprimió".
Pero no seamos mal pensados, que el presumible abono de dicha paga se vaya a producir en 2015 únicamente se debe a que "es una fecha coherente con la recuperación económica y fiscal que el gobierno espera para entonces".
¿Qué las próximas elecciones generales son en 2015?
Pues si no se lo dicen, ni se acuerda.
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