En el momento actual el hecho de plantearme, siquiera por unos instantes, escribir sobre Educación provoca un torbellino en mi cabeza, ya no por la intensidad y el grado de fluencia de las ideas, sino por la carga de indignación e incredulidad que portan consigo y que, consecuentemente, sufro como la mayoría, silenciosa y ruidosa, y minoría de la ciudadanía de este país. La realidad que percibimos no es ni por asomo parecida a la que se nos cuenta.
Escuchad, o mejor dicho leed, parte del torbellino de ideas que gira en mi mente:
Una idea. Los docentes estamos hartos de la utilización que los políticos, la mayoría huérfanos de Política o asesinos de la misma, hacen de la Educación y por extensión de la enseñanza. No se puede utilizar, no se debe utilizar, a la Educación como moneda de cambio. La ley educativa ha de perdurar en el tiempo.
Otra idea. ¿Acaso la Educación, su componente axiológico, ha de someterse a la Economía, a sus directrices, servirla? ¿Realmente es lo que queremos? ¿Cuáles han de ser los valores educativos que impregnen la formación de las generaciones? Los valores educativos aparecen recogidos al comienzo de las leyes, pero parece que ya no tienen valor. Quizás, solamente para hacer un corta y pega de una ley a otra. Curiosamente la LOMCE respeta, me jode aquí la polisemia de esa palabra, tanto los principios como los fines de nuestro sistema educativo, que aparecen en la LOE. Leed tales principios y fines y observad la realidad. Comparad. La educación que viene pretende otros fines, más espurios y no escritos en papel, es la ley oculta, la verdadera ley educativa.
Y aún una tercera idea. Paradójicamente en las últimas leyes orgánicas de educación, LOGSE, LOCE, LOE y ahora LOMCE, se mantienen los mismos fines ¿querrá decir eso que estamos de acuerdo todos en algo? ¿Será un espejismo? ¿Querrá decir que los fines de la educación no sirven para nada? ¿Que nadie pretende alcanzarlos? O más aún ¿que quienes nos dirigen consideran la educación un cachondeo? En ellas se recogen cuestiones, que considero muy valiosas y que desgraciadamente solo figuran en el papel, como el pleno desarrollo de la personalidad y de las capacidades de los alumnos, educación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales, en la igualdad de derechos y oportunidades y no discriminación de las personas, ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia, así como en la prevención de conflictos y la resolución pacífica de los mismos, el respeto a los derechos humanos, la cohesión social, la cooperación y solidaridad entre los pueblos el respeto y reconocimiento de la pluralidad lingüística y cultural de España y de la interculturalidad como un elemento enriquecedor de la sociedad o la preparación para el ejercicio de la ciudadanía y para la participación activa en la vida económica, social y cultural, con actitud crítica.
No considero que la participación activa en la vida económica se reduzca a someterse a sus directrices. La economía es un instrumento de relación, no un eje de la Educación. Así las cosas, hoy aparece en todo su esplendor la gran incongruencia y cinismo entre lo que se legisla y lo que, finalmente, se hace. Parece que una directriz se extiende entre la casta política que nos gobierna: que mi mano derecha no sepa lo que hace mi mano izquierda, aunque no en sentido bíblico, por supuesto. Eso tiene un nombre en neuropsicología, negligencia lateral y tiene carácter patológico.
Y vamos a por la idea número cuatro. Saber, saber, saber, parece una letanía, un mantra aburrido que a fuerza de repetir acabaremos creyéndolo. Saber matemáticas, saber lenguas, saber contenidos. Recuerdo unas palabras de Montaigne que acaso vengan aquí como anillo al dedo: “…prefiero una cabeza bien hecha a una cabeza bien llena”. Ha pasado mucho tiempo desde tal aseveración, hoy las generaciones nacen en una nueva era donde el acceso a la información es inmediato y quienes mandan y ordenan continúan con la dichosa letanía saber, saber, saber. Es hora, y no sin tiempo, de saber hacer y saber ser persona.
Muchas más ideas bullen, se retuercen y generan indignación e incredulidad. A veces hasta pienso que el único objetivo que nuestros dirigentes pretenden alcanzar con la enseñanza es la auto-perpetuación de una élite de nuevos maltratadores o matones sociales que mediante el dominio de la palabra y el discurso embauquen, engañen, dominen y controlen a quienes no tengan esas capacidades verbales. No hay más que ver como la doble moral se extiende a nivel internacional y como aquéllos en quienes hemos depositado nuestra confianza para gobernarnos, retuercen la verdad y justifican las mentiras. Las consecuencias se están viendo, la ciudadanía camina hacia la esquizofrenia total porque el imaginario social cambia día y lo que antes era una frase surrealista, en la película Airbag, que nos hacía reír hoy es una realidad que nos lleva a la deriva “lo mismo te digo una cosa te digo la otra”
Fdo.: un afiliado al Movimiento Fue, Unión de Empleados Públicos.
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